Un empresario dijo lo siguiente a un grupo de jóvenes: “Ustedes no son pobres, son empobrecidos. Sus ideas, sus creencias, sus paradigmas…eso les empobrece cada vez más.”
Señores, es cierto. Cuando una persona se queja por la falta de dinero, pero vive derrochando tiempo, no es pobre sino empobrecido.
La miseria no es un asunto de recursos, sino de mentalidad.
Por ejemplo, a muchas personas les falta dinero, pero les sobra vergüenza para trabajar. Para mucha gente es una humillación salir a la calle y vender algo. “Que van a decir”, “que vergüenza…yo vendiendo…” y así es como prefieren terminar siendo mano de obra barata en un proyecto ajeno, hinchas de la quincena, partidarios del cheque y viviendo de sueldo en sueldo.
Amigo, esa opción no es para millonarios. Seamos sinceros: Vivir en base al sencillo es vivir en base a migajas. Dignas, pero migajas a fin de cuentas.
Si usted quiere mejorar, deje atrás “el qué dirán” y póngase a trabajar en sus ideas. A la riqueza le gusta la gente con carácter, con firmeza.
Decía un magnate del petróleo que “el dinero no es para los timoratos, sino para los que tienen genio y personalidad.”